La inclusión de un streamer en la formación titular de Deportivo Riestra contra Vélez tuvo -o pudo haber tenido- un antecedente hace veinte años, con el actor Luis Rubio en el equipo de Pergamino.
Hay un antecedente. O mejor dicho, casi lo hay. Es que el protagonista de la historia es Eber Carlos Ludueña, aquel exfutbolista del que no hay registro de su carrera salvo las anécdotas que él mismo cuenta. Ludueña, o Luis Rubio según la lista de buena fe, iba a jugar en la Primera de Douglas Haig de Pergamino. Pero, muy Eber Ludueña la historia, todo quedó ahí, en el casi.
Era abril de 2004, hace poco más de veinte años. Instancias decisivas del Torneo Argentino “A” (tercera división del fútbol argentino), Douglas Haig no se daba por vencido y quería arrebatarle a Aldosivi de Mar del Plata el liderazgo de su zona para arribar a la segunda fase como mejor clasificado. Jugaba contra Villa Mitre de Bahía Blanca, que fuera de toda pelea, llegaba al estadio rojinegro sin presión. El único resultado que le servía al equipo de Pergamino era ganar, no importaba cómo. Y en el club habían decidido darle cancha a un “histórico”, Eber Ludueña, aquel “4” de supuesto juego fuerte.
Carlos Scallia, el presidente del club, había tomado todos los recaudos. Ludueña, con fecha de nacimiento 4 de abril de 1964 (4/4/64), ocupaba uno de los 35 lugares en la lista de buena fe. En realidad, estaba inscripto Luis Rubio, aquel humorista rosarino que compartía pantalla con Alejandro Fantino y Gastón Recondo en el programa “Mar de fondo” (TyC Sports a la medianoche). Ludueña y Rubio eran -son- inseparables.
Sin trabas en el reglamento, el 4 de abril de 2004 (4/4/4), día de su cumpleaños, el “4” se iba a calzar la roja y negra. Pero la cosa empezó a complicarse. Por un lado, el partido se adelantó al 3 de abril, en lugar del 4. Y por otro, había mucho en juego: Douglas recibía a Villa Mitre con la chance de ganar el grupo. Por eso, Ludueña prefirió “no mezclar lo humorístico con lo deportivo”. La intención, según le contó a la agencia DIB en aquel momento, era “retornar” a la actividad en un encuentro “más relajado”. Así, la nota de DIB se tituló: “Se frustró el regreso de Eber Ludueña”.
El antecedente, según Luis Rubio
Veinte años después, el streamer Spreen hizo en Riestra lo que no pudo hacer Ludueña -o Rubio- en Douglas Haig: jugar un partido oficial.
“Hay algunos puntos en común”, opina Rubio sobre ambas historias. “Cuando me enteré por las redes, me pareció que tenía algún punto de contacto con aquella experiencia de hace veinte años atrás: sumar al plantel a una persona que no había hecho inferiores, que no pertenecía al club”, dice en diálogo con DIB. Fue un antecedente.
Sin embargo, las historias son diferentes, en momentos diferentes. “En el caso de Eber Ludueña, no había atrás una marca auspiciando, empujando. Tampoco había redes, no era un fenómeno que buscaba impacto en redes, no existían”. Eso sí, reflexiona y encuentra cierta conexión. “Yo sostengo que ‘Mar de fondo’ fue una suerte de primer streaming. Era un programa muy suelto, descontracturado, casi no había guion; lo que pasaba ahí era muy genuino. Y el streaming tiene esa cosa genuina, a diferencia de la tele, que es mucho más artificial. Para mí, en ‘Mar del fondo’ había un germen, sí”.
En esencia, la experiencia frustrada de Ludueña -o de Rubio- fue diferente a la de Spreen. “Lo nuestro era más ingenuo, improvisado, no había marketing atrás. Había una idea de hacer una cosa novedosa que finalmente no salió”.
Veinte años después, “lo recuerdo con una sonrisa. Tuve que viajar una mañana a la Liga de Pergamino para inscribirme, como Luis Rubio, por supuesto. Fue una historia muy graciosa, figura en el Wikipedia de Eber y la cuento siempre, la atesoro, porque es un buen punto de contacto entre dos mundos, el de la ficción y el de la realidad; es un crossover muy lindo. Cada vez que lo cuento genera incredulidad: ‘No, no puede ser’. Y sí, fue realidad, sucedió hace veinte años”.
Eber Ludueña en “Mar del fondo”
Eber Ludueña apareció en escena en 2002, como integrante de un jurado -antes hacía micros de cinco minutos- que debía elegir a una participante para el staff del programa “Mar del fondo”. Junto con él, “Toti” Ciliberto recreaba un RRPP y “Anita” Martínez, un licenciado que se encargaba de estudiar a las postulantes. Pero el conocimiento y la ciencia fueron relegados por la seducción, la nostalgia y la experiencia; “el personaje gustó mucho”.
Pasó el concurso -una joven tucumana resultó ganadora-, el programa continuó, llegaron las vacaciones, el ciclo volvió al aire, se fue la temporada 2003, otro receso, y Ludueña siguió deleitando con sus historias. Claro, tenía para contar.
De su lado, Douglas Haig de Pergamino había jugado trece temporadas en el Nacional “B”, desde la reestructuración de la categoría hasta 1998. Ese año había descendido al Argentino “A”, una tercera división en la que participaban los equipos indirectamente afiliados a la AFA; “el objetivo de esta conducción es retornar a la “B””, decía Scallia hace veinte años.
El equipo, que ya había clasificado para la segunda fase, estaba a tres puntos de Aldosivi, el líder. Si los marplatenses perdían ese día en Puerto Madryn, y los de Pergamino superaban a Villa Mitre, los rojinegros se quedaban con la zona y jugaban con el segundo -no con el primero- del grupo de Cuyo. Después vendrían las semifinales, la final del Clausura y un encuentro ante Racing de Córdoba para volver al Nacional.
En ese contexto pudo haberse producido “el regreso” de Eber Ludueña. Los hinchas estaban “80 y 20” por ciento, la mayoría a favor de que ingrese Ludueña, calculaba por esos días Scallia. Y el técnico, Omar Jorge, “con reparos”, se sinceraba el presidente. Después de un año de “trabajo serio”, tener que ocupar un lugar en el banco con un “4” fuera de actividad y sin estado podía resultar peligroso. Por eso, “si encima no toda la gente estaba de acuerdo”, hace veinte años, Rubio prefirió postergar el regreso. (DIB) GML