El «bulling»: ese lamentable defecto…

De tanto en tanto se pone sobre el tapete el tan lamentable problema social representado por el «bulling». Para quienes no están debidamente interiorizados, se trata de la burla y otras expresiones por el estilo que algunos chicos le hacen a sus compañeros de estudio. Lamentablemente, estas manifestaciones son tan viejas como la vida humana. Con diversas cataduras, el burlarse de los demás ha sido una constante en los innumerables círculos en que se desenvuelven los seres humanos; niños, adolescentes y adultos de ambos sexos.
Los especialistas en el tema (psicólogos) lo explicarían mucho más fácilmente, pero en tren de escribir sobre este flagelo puesto en práctica por quienes exponen falta de educación, a la par de otros problemas, en el buen decir campechano «nos largamos al patio».
Esta costumbre de mofarse de los demás, en este caso en los establecimientos educativos, actualmente ha alcanzado notable proyección debido al extraordinario alcance de los medios de comunicación como diarios, emisoras de radio y televisoras. Diariamente, es posible enterarnos sobre los casos relacionados con alumnos que reciben improperios e incluso agresiones de uno o varios compañeros. Hay mucho de envidia en esa despreciable acción, a la par de una evidente falta de cultura que el agresor recibe en la casa. Esas muestras no se cultivan en el aula escolar, generalmente se ponen en evidencia en los hogares, donde el desorden moral principalmente, causa desbordes emocionales que después el niño o adolescente pone en práctica en la escuela, para desahogarse o «descomprimir» sus angustias y fracasos, a la par de su falta de amor y comprensión de sus progenitores.
Reiterando conceptos, años hubo en que las comunicaciones estaban en pañales y esas cuestiones existían; burlas por la vestimenta, un defecto físico, ser pobre, piel de otro color, saber mucho o nada, gordo o delgado. Podrían citarse muchisimos motivos más a los que podrían aferrarse los «estúpidos de siempre» para burlarse, exteriorizando por fuera una muy desgraciada personalidad y llevando por dentro una serie de complejos y fracasos largos de enumerar. Es posible creer entonces que el niño que se burla de su compañero de aula, por ejemplo, aprovechándose de su aparente debilidad, está gritando silenciosamente y a los cuatro vientos su profunda necesidad de ser escuchado, atendido y ser comprendido.
Sin duda, esto del «bulling» sigue siendo un problema que puede atemperarse en gran medida a partir del hogar, ocupando los padres el rol que les compete en el problema, y explicarse sobre sus nefastas consecuencias en el aula escolar por docentes capacitadas y consustanciadas con el tema.
AGB