El box no da ventajas

El sábado por la noche se realizó en Mar del Plata el festival de box televisado por TyC Sport, en donde estuvo en juego el título mediano vacante del renglón sudamericano, con definición rápida y categórica en favor del marplatense Lucas Bastida, pupilo del ex estilista Fernando Sosa, a quien se observó en su rincón.

Bastida lució un impecable estado y gran decisión mental para terminar con el pleito ante un Chaparro del Team Braian Castaño totalmente desbordado. Allí estuvieron presentes por primera vez en la historia del box ayacuchense los pugilistas lugareños formando parte de una programación televisada a todo el país. Ambos jóvenes con excelentes condiciones para buscar un lugar en sus respectivas categorías.
Fue una velada que aguardé con impaciencia dada mi verdadera afición por este noble deporte, que por sus características acuña riesgos que se deben tener en cuenta. A propósito de ello, hace un tiempo participé de una charla en donde un espectador marcaba errores de un pugilista y cuando terminó su análisis, un ex-boxeador profesional que escuchaba le respondió con mucha tranquilidad…. «Has subido alguna vez?, arriba todo cambia, desde aquí es muy fácil analizar y criticar!!!.
Inmediatamente luego de esa reflexión recordé a Ringo Bonavena, el valiente peso pesado que hizo tambalear al mismísimo Cassius Clay cuando aseguró «No es sencillo arriba, te quedás solo, hasta el banquito te sacan».
Miré varias veces la pelea de Mati Alagibe que ganó con amplitud por puntos. El Misil es un chico con enormes aptitudes para el boxeo, que repite errores conceptuales. Dueño de un físico excelente para la categoría y largos brazos, paradójicamente no trabaja con su izquierda en punta para imponer la distancia y luego mandar la derecha. Insisto, en la pelea corta disminuyen sus chances.
Por citar un ejemplo, debería emplear el sistema Monzón utilizando su punteo. Lo he charlado varias veces con mi amigo Osvaldo, su padre y orientador. Modificando su estilo ganaría terreno en este mundo del box, en donde nadie regala nada y cada vez los rivales son más exigentes.
Me preocupó el combate de Matías Fernández porque fue duro para él, ante un rival más grande que insólitamente no dio el peso límite de 58.800, más allá de otras irregularidades organizativas, clavando la balanza en 59.900, lo que indica que subió el sábado superando holgadamente los 61-62 kilos.

De mayor alcance de brazos, Aguirre, manejó su izquierda en punta, conmoviéndolo por 2 veces, de los cuales se repuso con un enorme corazón de guerrero.
Lo ví opacado, debo ser sincero y algo atado. Es valiente y fue a la guerra en donde ganó y perdió, pero el final de la pelea fue realmente muy exigente. No tengo dudas que tanto su manager Oscar Marchant como el pugilista local, sacarán las debidas conclusiones de este pleito en donde se resignó el invicto en las tarjetas.
El boxeo no permite licencias, se cobra al contado cualquier descuido no tenido en cuenta. No da ventajas y lo advierto porque me considero una persona que ha visto boxeo y por mi cercanía al campamento de las escuelas de nuestra ciudad, con quienes hablo asiduamente. Y se que tengo una charla pendiente con ellos.
Entonces creo que ambos, por quienes guardo un especial aprecio, deberán replantear errores, mirar una y mil veces las peleas y cambiar si consideran necesario algunas cosas para que no vuelvan a ocurrir. Pensar y ajustar detalles en un oficio muy duro para el deportista, a quien siempre hay que proteger.
Sin descuidos, ya que el pugilismo muestra un camino muy complejo que no da ventajas.

OMA