Escribe: Eduardo A. Volonté
Cumplidos los plazos electorales para la presentación de candidaturas en el ámbito bonaerense, ya es posible conocer a quienes habrán de ocupar el escenario político hasta el 7 de septiembre en nuestra ciudad.
Sesenta y ocho ayacuchenses habrán de integrar las cuatro listas presentadas para competir por las siete bancas de Concejales titulares y cuatro suplentes y tres de Consejeros Escolares titulares y otro tanto de suplentes en disputa.
Está claro que de todos ellos solo un puñado ocuparán la atención y los medios de comunicación y los debates.
Es de esperar que aquellos candidatos que tengan la responsabilidad de transmitir las propuestas de sus respectivas fuerzas políticas y de confrontarlas con las del resto, estén a la altura de las circunstancias.
Desde la primer magistratura del país se nos ofrece a diario un clima político donde el agravio, la descalificación, la amenaza, el insulto han reemplazado al debate y las ideas. No es ese el ejemplo a seguir.
Será responsabilidad de todos los candidatos hacer los esfuerzos necesarios para que el clima preelectoral que transitamos en Ayacucho, discurra por los carriles adecuados: admitiéndose el disenso como algo lógico y saludable, debatiéndose con altura propuestas y programas, el lugar de intercambiar reproches o acusaciones de tipo personal.
Debe llegarse al ciudadano común con alternativas y argumentos basados en la realidad, sin planteos voluntaristas o demagógicos; llevando cada uno su verdad, pero sabiendo que quizás parte de la misma puede también hallarse en la opinión del adversario.
Quienes aspirar a representar a la ciudadanía de Ayacucho deberán tener la capacidad de priorizar las ideas a los agravios, los proyectos a las chicanas.
La realidad diaria ofrece toda una variedad de aspectos coyunturales, pero no por eso menos importantes, sobre los cuales centrar el debate y elaborar las propuestas que cada uno considere convenientes.
Es decir, existen grandes ejes sobre los cuales enfocar el debate, cuestiones que esperan aún la discusión elevada y abierta, este es el momento de confrontar ideas al respecto.
El ayacuchense anónimo que a diario le pone el hombro a la pesada tarea de salir adelante, aguarda esperanzado que sus dirigentes asuman esta responsabilidad.
Defraudarlo sería no solo perder el favor de su voto, sino lo que es mucho más grave aún, herir su confianza en las bondades y la madurez de este sistema democrático que es responsabilidad de todos custodiar.-