De nunca acabar

Las noticias son muy dinámicas. Van cambiando con el correr de los días y el transcurso de la vida. En la jornada de la víspera nos alegrábamos al conocer el firme camino recuperatorio de uno de los pacientes que tuvo su momento crítico en sala de terapia, afectado por el covid-19. Hoy nos despertamos con la tristeza del fallecimiento de otro convecino que aparentemente luego de una brava lucha y ya con análisis negativo de coronavirus, fallece en la mañana de hoy, al tiempo que los ayacuchenses seguimos sumando contagios, lo que no deja de ser preocupante, más allá de la notoria prevalencia de casos negativos.

Queda perfectamente establecido que el virus está con nosotros, en la comunidad, como en tantas ciudades del país, pero salta a la vista que hay que ajustar las medidas de prevención. Es decir distanciamiento, uso de tapabocas, higiene permanente, lo que se sabe y por lo que se ha insistido hasta el hartazgo, desde marzo cuando ingresamos en esta pandemia que nos tiene a maltraer.

Si nó lo hacemos, será algo de nunca acabar. Continuaremos respirando pero no viviendo, inmersos en un futuro incierto del que no tenemos la mínima idea de la gravedad que está por delante en el plano de la economía. Y no quedará otra opción que regresar a un aislamiento total de fase 1 preservando la salud para evitar el contagio generalizado y por ende el desborde de la estructura sanitaria. Y allí nos convertiremos en mendigos pululando por las calles, pero sanos.

Es evidente que no todos se cuidan de la misma manera. Mientras unos lo hacen de manera estricta, otros se relajan y así se tutean con el coronavirus. Ello implica que todos debamos prolongar esta agonía colectiva, lo que al menos, no es justo y aquí salta a la vista que los excesos que se identifican, sean reuniones, juntadas y mateadas, por citar algunos hechos, merecen otro tratamiento, de lo contrario el partido ante un rival invisible de muy rápido contagio, nunca podrá equilibrarse. Cuando creemos que lo alcanzamos, nos asesta golpes de nocaut.

Y el pensamiento que cabe es, seguiremos viviendo por el resto del tiempo hasta que no aparezca un paliativo?. Con negocios semicerrados y complicadas formas de trabajo, para unos, los que quedan y fuera del sistema muchos, ampliando el nivel de pobreza hasta cifras alarmantes?. Que vida es esa?.

Pues bien se necesita un giro de timón, violento si se quiere en lo que refiere al trato de los que hacen caso omiso al cuidado básico y ponen en riesgo al resto.

Ha llegado la hora de empezar, pues de nada vale que el Comité de Crisis se esfuerce y cumpla una labor admirable, esforzada y muy estresante desde el primer al último integrante, ya que todo se cae por la borda con gestos desaprensivos.

De lo contrario, esto que tanto nos afecta, será una cosa de nunca acabar.

OMA

 

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