Corsos de Carnaval: un poco de historia a nadie le hace mal…

Como es sabido, el Carnaval fue introducido en Buenos Aires por los españoles. Se trata de una celebración pagana pero de origen cristiano, vinculada a los días previos a ”limpiar la carne”, que desemboca en la prohibición religiosa de consumirla durante los 40 días que dura la cuaresma. Un detalle interesante: en la época de la colonia, los humildes lo celebraban en el “Teatro de la Ranchería”, mientras que las familias adineradas lo hacían en la “Casa de Comedias”.
Imaginariamente, nos trasladaremos hasta la metrópoli porteña. Año 1849: Se encuentra en pleno apogeo el Carnaval. La celebración comenzó al mediodía con un cañonazo de la fortaleza, y el juego se prolongó hasta las seis de la tarde. En medio del polvo, los jinetes con caballos profusamente empavesados con plumas rojas en la cabeza y moños en las colas, recorrieron las calles céntricas lanzando huevos de avestruces llenos de agua, de olor y polvos colorados. La diversión consistió, además, en golpear a los transeúntes con vejigas llenas de aire. En los suburbios el jolgorio estuvo mucho más agitado debido a que se peleó a baldazo limpio, y no siempre conteniendo agua en su interior. El epicentro estuvo en el “Barrio del Tambor”, donde los negros y mulatos dieron rienda suelta a su pasión por el baile, entre el tamborileo alegre y entusiasta que les llegaba desde sus milenarias costumbres tribales. A estas festividades asistía con frecuencia el Brigadier General Juan Manuel de Rosas, acompañado de su hija Manuelita.
Los primeros Corsos de Carnaval en Ayacucho
Hace años y hurgando en los primitivos archivos municipales, llegué a la conclusión que en Ayacucho, fueron los bailes de máscaras los que dieron el primer paso. Con fecha 30 de diciembre de 1882, Tomás Viglioni, solicitó la autorización para dar bailes de máscaras en el teatro “Monasterio”. El permiso fue concedido por el titular de la Corporación Municipal, Manuel Martínez, refrendado por los municipales Mariano Arau, Arístides Navarro y Remigio Rocca. Viglioni, debió ajustarse a un reglamento confeccionado al efecto, y abonar una licencia por disfraz y por persona. Simultáneamente, le fue negado un pedido similar a José Casco, para dar esos bailes en una casa que regenteaba “por los continuos desórdenes que se producen en establecimientos de esa naturaleza”. Esa vivienda estuvo ubicada en la actual calle Francisco Poderoso, entre Hipólito Irigoyen y Domingo Faustino Sarmiento.
Tres años más tarde, el 31 de diciembre de 1885, Tomás Viglioni, reincide en solicitar permiso para organizar un baile de máscaras “desde el primero de enero próximo”. Por ese entonces era presidente de la Corporación Municipal, Juan José Viedma, y los municipales que lo acompañaban: Casimiro Smith, Arístides Navarro y Félix Anasagasti. En esa solicitud se incluían los tres días de Carnaval “en que se organizarán corsos populares”. Por lo expuesto, éstas fueran las primeras “carnestolendas” que se organizaron en Ayacucho. Se acordó por mayoría, luego de un prolongado cambio de ideas, concederle el permiso previo pago de veinte pesos y sesenta y seis centavos moneda nacional, como derecho a favor de la Municipalidad. Para su organización y control se designó a un grupo integrado por personas destacadas y responsables pertenecientes a la sociedad ayacuchense. Con el paso de los años a estas comisiones de influyentes personalidades las acompañaron otras, conformadas por señoras y señoritas, para “guardar las buenas formas y el recato”.
Los Corsos de Carnaval 2020: Con todo hacia la alegría…
Como se ha publicado y dicho en reiteradas oportunidades, los Corsos de Carnaval 2020 habrán de concretarse mañana sábado 22 y el domingo 23 de la semana en tránsito en la calle Hipólito Irigoyen, entre sus iguales Francisco Poderoso y 25 de Mayo. El comienzo se ha fijado a la hora 21, con entrada libre y gratuita. La locución estará a cargo de Mauricio García, quien dirigirá desde el palco oficial ubicado en la esquina de las calles Hipólito Irigoyen y Roque Sáenz Peña, el desplazamiento de las siguientes agrupaciones: “Psicodélica Alegría”. Agrupación “Zarité”. Comparsa “Colibrí”. “Multi Bloque”. “Payamédicos” y la Banda Municipal de Música. Sobre el carretón que cerrará la marcha, desfilará el grupo musical “La Verdadera”, que animará la parte bailable una vez finalizado el Corso.
Cada noche se elegirá a la mejor mascarita. Quienes deseen participar en este rubro deberán inscribirse en la Casa de la Cultura. Entre quienes recolecten envases vacíos de espuma, se sortearán dos bicicletas. Con respecto a la venta de sillas, todavía se encuentran algunos lugares disponibles a un costo de $100. La organización general de este evento está a cargo de la Dirección Municipal de Cultura. Con respecto a las agrupaciones participantes, sus integrantes no han escatimado dedicación y empeño; tampoco responsabilidad y recursos económicos. Como no se trata de certamen ni nada parecido, el aplauso sostenido y espontaneo surgirá desde la sin duda abigarrada multitud para todos por igual; para el grupo más pequeño hasta el más numeroso. La consigna es terminar de rescatar una festividad que al margen de sus alcances históricos y sociales, sirva para que la comunidad pueda pasar momentos sumamente gratos y por ende alegres, distendidos, desplazando al menos por algunas horas a tantos “bajones sociales, políticos y económicos” que sacuden al país. De eso se trata. La respuesta final se encuentra en sus manos, amiga lector y lector.

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