Cestos metálicos para desperdicios domiciliarios

El problema de los desperdicios domiciliarios, aparentemente sigue siendo un escollo insalvable para mantener nuestra ciudad limpia. Concretamente, nos referimos a las “bolsitas” y otros “paquetes” que se dejan a discreción sin ton ni son, a consideración de los innumerables perros sueltos que la emprenden a diente y colmillo a poco de husmear algún rezago alimenticio. Basta que pasen uno o dos días sin recolección (por caso la tenue lluvia del lunes 27), para darnos cuenta del desastre que dejan a su paso los canes medianamente hambrientos o “juguetones”.

Innumerables convecinos dejan sus respectivas bolsas de residuos sobre las veredas, en la calle e incluso la depositan en los bulevares (vimos algunas en los techos de automóviles) cuando la realidad indica que ante la falta de un cesto, basta con colocar un clavito o alambre en alguna planta para dejarlas a salvo de la abundante perrada. ¡Claro que está mal utilizar árboles para ese fin!, pero si no se poseen los medios económicos para instalar el cesto de metal, el recurso antes escrito es válido.

A propósito del cesto construido de hierro (forjado o no), en varias oportunidades sugerimos desde este medio que ese elemento bien podría instalarlo el municipio. A la par de darle trabajo a unos cuantos herreros y otros talleres, oportunamente la municipalidad a través de un recargo en la boleta de “alumbrado, limpieza y barrido”, puede ir recuperando esa erogación monetaria.

Es una posible alternativa, tendiente a solucionar el muy lamentable aspecto que se observa muy a menudo en veredas y calles después que los “canes callejeros” rompieron las bolsitas, desparramando sus abigarrados e innumerables contenidos en sus afanes por procurarse de comer.

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