Carlos Gardel, siempre vigente

Escribe: Eduardo A. Volonté.-
Se cumple hoy 24 de junio, un nuevo aniversario de la desaparición en tierras colombianas, de quien fuera sin duda el más importante cantor popular de todos los tiempos en Argentina.
Han pasado 89 años desde que, el nombre de Carlos Gardel por lo que su canto y personalidad representa en el afecto popular, pasara a integrar el acervo cultural de los argentinos, sin distinciones de ninguna naturaleza.
Estas casi nueve décadas no han hecho otra cosa que acrecentar su recuerdo, vigorizar su eterna presencia como máximo e inigualable exponente de la canción ciudadana.
De ese tango nacido en los arrabales, que al decir de Ángel Villoldo “salió del sórdido barrial buscando el cielo”; que llegara al centro y triunfara en Europa, pero que fundamentalmente -y eso es lo que vale- se instalara en el alma de generaciones de argentinos, para hablamos de las penas, la mujer, la amistad, el barrio, las nostalgias y los sueños.
Pasando a integrar esa cultura popular que debemos rescatar en todas sus muchas facetas que aún permanecen en el olvido, y que hacen a la conformación misma de nuestra identidad cultural.
Ante este nuevo aniversario de aquel luctuoso accidente que tronchara la vida de Garlos Gardel, pero que simultáneamente le diera vida al mito que perdura con mayor fuerza a través del paso de los años, resulta ocioso pretender desentrañar el por qué de la presencia de Gardel en el sentir popular, o intentar analizar sus condiciones vocales y artísticas, el recordar pormenorizadamente su vida y su inserción en el medio en que le tocara actuar. El querer responder al por qué de su vigencia.
No sabemos siquiera si esa explicación existe; tampoco sabemos si ante un fenómeno de las características que el gardeliano asume, tiene el análisis racional y frío algún sentido.
Simplemente como observadores de los sentimientos de este pueblo del cual formamos parte y del cual nos nutrimos, resulta imposible ignorar o dejar en el olvido a quien representa uno de los grandes comunes denominadores de los argentinos.
INMORTAL
Alguien dijo con acierto al referirse a su figura que “el tango había nacido antes que él, aunque en verdad el tango lo esperaba a él”.
Porque no resulta posible hablar de tango, de ese tango que al decir del genial Discepolín es “un sentimiento triste que se baila”; sin hablar, sin recordar, sin imaginar a Carlos Gardel.
Ei Morocho del Abasto, el Mudo, el Zorzal criollo, el Bronce que sonríe, el Cantor de Buenos Aires, son solo algunos de los tantos calificativos con que el sentir popular pretendiera inmortalizar su recuerdo.
Pero más allá de ellos, su nombre a secas, representa una porción grande e irremplazable de nuestro pasado ciudadano y un filón inagotable de estudio y análisis para quien ose desentrañar el alma no solo del porteño, sino también de generaciones de argentinos diseminados a lo largo y ancho del país.
Hace 89 años enmudecieron los bandoneones y el tango lloró su pena porque allá en Colombia, con los últimos compases de ‘Tomo y Obligo”, Carlos Gardel iniciaba su viaje sin retorno.
En este nuevo aniversario de su muerte, y en cada circunstancia en que su voz vuelve hecha tango a vibrar al son de un bandoneón o guitarra, su sonrisa ancha y su peinado a la gomina, parecen estar más cerca que nunca y el recuerdo de su voz parece confirmar aquello que cada día canta mejor.-