BOXEO: Con una vieja fórmula, Rueda noqueó en Córdoba y vuelve a ser campeón latino

“La Cobrita” destruyó a Echegaray en el cuarto round. Dos ganchos letales a la zona baja terminaron con el puntano. El tandilense reina entre los superpluma OMB y recupera su
lugar en el ranking mundial.

Matías Carlos Adrián Rueda dio, esta madrugada en la cordobesa Villa Carlos Paz, una nueva muestra de su contundencia para volver a erigirse en campeón latino.

En el cuarto round, noqueó al puntano Claudio Echegaray para calzarse el cinturón superpluma de la Organización Mundial de Boxeo y recuperar un lugar en el ranking ecuménico de dicho organismo.

Con dos golpes a la zona baja, una marca registrada en una carrera pletórica de nocauts, el tandilense le puso punto a final al combate pautado a diez rounds en el Arena Villa
Carlos Paz, escenario inaugurado en 2019.

Si bien no dejó dudas a la hora de rematar la faena, su estilo agresivo volvió a condenar a “La Cobrita” a convivir con cierto pasaje de zozobra. Fue en el primer round, cuando
Echegaray lo conectó, haciéndolo trastabillar y poniéndolo al borde de la caída.

Rueda fue de menor a mayor y en los dos asaltos siguientes fue encauzando el desarrollo hacia su conveniencia. Tras la tercera vuelta, las tarjetas reflejaban cierto halo de paridad
tras aquel round inicial adverso para el púgil de esta ciudad.

Cuando comenzaba a consumirse el segundo minuto del cuarto, “La Cobrita” derribó por segunda vez a Echegaray, quien ya había puesto rodilla en tierra pero de forma mucho
menos clara, incluso reclamándole al juez cuando éste inició el conteo, aduciendo que su contacto con el entarimado había sido fruto de un resbalón.

Pero en esta segunda caída no hubo margen para interpretaciones encontradas. Rueda descargó su potencia con un gancho zurdo que llegó pleno a la zona hepática, obligando a
Echegaray a arrodillarse y buscar aire en los ocho segundos de protección.

Los pasajes siguientes mostraron al pupilo de Gabriel Villalobo dispuesto a dar el golpe de gracia. El puntano aguantó como pudo, padeciendo el efecto residual de aquel impacto
que terminó siendo el punto de partida para su ocaso en la pelea.

A medio minuto del epílogo del round, la pelea se resolvió. Rueda aplicó el mismo método para dañar a su rival, aunque en este caso de manera inapelable.

Desde el rincón de Echegaray voló la toalla, algo de lo que no se percató el árbitro Víctor Correa, quien llevó la cuenta hasta los diez.

Un detalle menor dentro de una definición categórica a favor de Rueda que, pese a convivir con casi un año de inactividad oficial (pasaron 357 días desde su triunfo ante Fabián
Orosco), demostró tener intactos los argumentos que lo volvieron un noqueador feroz y que le permiten seguir soñando con episodios de gloria.

 

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