Tuvo lugar anoche. Tras los actos protocolares, la sapiente reseña de Horacio Taborda, sobre los inicios de esta celebración, luego de los mensajes del intendente Emilio Cordonnier y el presidente Gustavo Taylor, el baile, los mensajes de la corte, la entonación del himno nacional por el coro de señas, la presencia de todos los representantes de las distintas iglesias, llegó la marcación del ternero, el acto tradicional a cargo de un grupo gaucho encabezado por Santiago Recalt, que enlaza a todos los habitantes de nuestra ciudad con el ansiado y tan particular estado de yerra, un sentimiento cuyo sabor solo conocen los ayacuchenses, que se prestan a disfrutar de una fiesta sin igual durante una semana distinta. A la misma van llegando uno a uno los miles de visitantes. Turistas, comerciantes, artistas, artesanos que le van dando a nuestro pueblo un ritmo tan particular y festivo como solo puede otorgar la Fiesta Nacional del Ternero en todo su esplendor, esta vez en su 50 edición. Nada menos.
Luego de la yerra, estuvo en el escenario de la explanada la consagrada Yamila Cafrune que deleitó a los presentes, por miles, ávidos de festejos y distracciones, que se establecieron en la plaza San Martin y calle Alem, para disfrutar de los actos programados en la Declaración del Estado de Yerra.
No es difícil presagiar que estamos ante un hecho sin igual, que se sobrepondrá a todas las dificultades por las que atraviesa el país. Ese gran esfuerzo compartido entre autoridades y pueblo todo, redituará en una Fiesta Nacional del Ternero única, sentida y apasionante. Irrepetible.
La de los 50 años.
