Tiempos hubo en que el ciclismo competitivo comenzó a ocupar un sitial importante dentro de las disciplinas deportivas nacionales. Fue a finales del siglo diecinueve, alcanzando mayor notoriedad en las primeras décadas conformadas por los años 1920-30-40.
En Ayacucho, por esos tiempos «heroicos» se competía muy modestamente. El club Social, Cultural y Deportivo Ferroviario organizó las primeras carreras oficiales. El despegue de mayor gravitación se produjo cuando se fundó el Ayacucho Cicles Club, el 12 de septiembre de 1942. Con mucha modestia y bolsillos flacos hasta el 14 de septiembre de 1942, cuando se inauguró la pista de tierra (no fue un velódromo) en la plaza «Dr. Egidio G. Ciaño». A partir de esa extraordinaria instancia, la entidad madre del pedal local comenzó a contar con mucha solvencia económica debido a los varios cientos de espectadores que regularmente seguían las alternativas de los grandes programas ciclísticos y de cucciolos (motocicletas pequeñas). Fueron varios años de bonanza. Bien lo cuenta en sus memorias, Juan Puez.
Por la década de 1960 la actividad comenzó a declinar y esa pista de tierra fue abandonada. La última competencia oficial fue ganada por Carlos Alvarez, escoltado por Pedro Moureu, Juan Souverville y quien escribe. Corría el año 1958.
A partir de esa instancia, transcurrieron varios años de declinación institucional. El «Cicles» no contaba con sede propia (alquiló en varios lugares) y tampoco con dinero. Tiempos en que se organizaban rifas para cubrir los premios de las clásicas competencias de ruta por caminos de tierra del partido. A tal punto decayó ese «espíritu», que incluso en varias oportunidades no tuvo comisión directiva y la poca actividad competitiva estuvo a cargo de diversas peñas formalizadas de la mañana a la noche.
El sol comenzó a brillar nuevamente con intensidad cuando a instancias de Mario Bertoli, Raúl Crovo y Mauro Loscalzo, se compró la sede social en la esquina sur de las calles Bartolomé Mitre y Víctor Murgier, que oportunamente se vendió para adquirir la actual quinta donde de manera paulatina se construyó la actual pista asfaltada. En ese aspecto, innumerables personas sumaron sus esfuerzos. No hubo uno o varios «creadores», sino muchos que aportaron sus respectivos granitos de arena.
Paulatinamente, el Ayacucho Cicles Club fue creciendo. Lenta pero sin pausas. Tuvo comisiones directivas muy positivas por lo laboriosas. De tal forma, las finanzas comenzaron a ocupar su lugar debido principalmente a la tarea desempeñada por excelentes tesoreros, y sin «hacer nombres» para no cometer injusticias, actualmente la entidad goza de un buen pasar económico y lo que es mejor, de un muy bien ganado prestigio a nivel regional, provincial y nacional porque ostenta en su abultado palmarés la organización de varias pruebas de ruta nivel internacional.
Lo antes escrito lleva implícito un muy merecido reconocimiento a los dirigentes y colaboradores de la primera hora; a los que les sucedieron respectivamente, y a la actual conducción que no ceja en su empeño por mantener al Ayacucho Cicles Club, en el excelente sitial que por historia y permanente gravitación le corresponde.
AGB