Como para no cerrar por tiempo indeterminado el tomo Nº 5 del año 1871, correspondiente a los Anales de la Sociedad Rural Argentina, le dimos un repaso a sus amarillentas paginas de las que extraimos algunos datos que nos parecieron interesantes:
CABALLOS DE GUERRA: “Contaduría General de la Nación. Buenos Aires, diciembre 30 de 1870. El señor Presidente de la Sociedad Rural Argentina, ha enterado en Tesorería la cantidad de mil seiscientos treinta y un pesos y ocho centésimos fuertes, sobrante de lo recibido para la compra de caballos para el servicio de las Fronteras”. La compra de esos animales habían sido encargados por el Ministerio de la Guerra, destinados a las tropas que servían en los fortines durante la contienda bélica contra los indios. Esos «matungos» (en su mayoría) eran destinados a los «milicos» que en la mayoría de los casos tenían que pagarlos, puesto que del sueldo que muy pocas veces cobraban le descontaban el valor del animal a cargo aumentado varias veces. Los pocos que se atrevían a llevar sus propios «pingos», si eran buenos al poco andar eran «confiscados» por oficiales y suboficiales. José Hernandez, corrobora esta acción en el «Martin Fierro».
CARNE CONSERVADA: El Times de Londres, publicó el 10 de diciembre de 1870 “un articulito” (según la Sociedad Rural) del que extractamos lo siguiente: “Hubo un experimento de carne conservada en el Rosario que se asegura presentó los resultados más satisfactorios. La preparación se efectuó por inmersión en una disolución de bifulfito de cal según el procedimiento de los señores Medlok y Bayley, y la carne fue sellada en un barril en presencia del señor Hutchinson, cónsul británico en el Rosario, el 10 de agosto último y traída por él a Inglaterra en un vapor recién llegado. Por consiguiente se había conservado cuatro meses y había cruzado la línea a pesar de lo cual se encontró perfectamente fresca no solo en calidad sino en apariencia”. Al respecto, siguen una serie de notas e informes entre autoridades gubernamentales de Argentina e Inglaterra. Lo antes escrito, certifica que en nuestro país y precisamente en Rosario, Santa Fe, se realizaron las primeras pruebas a nivel mundial para congelar carnes destinadas a la comercialización.
NÚMERO DE INMIGRANTES. Llegados a Buenos Aires desde 1958 hasta 1870: sumados por año, arrojan un total de 39.667 personas.
TABLADAS: Estado de las entradas de hacienda por las tabladas del Norte y Sud de Buenos Aires durante el año 1870: 1.006.407 vacunos. 1.932.415 lanares. 52.696 yeguarizos. 6.855 cerdos.
MATERIALES: Para la construcción de establecimientos de campo (estancias, puestos, galpones, etc.). Dejando de lado los precios, se utilizaban los siguientes: pinos para corrales. Alambre para cercos (quintal). Tejas francesas (millar). Zinc para techos (quintal). Baldozas de piso superiores. Tirantes de pino de tea (vara). Ripias de cedro. Tirantillos (pie). Hierro galvanizado (quintal).
ARENALES: En el año 1871, aún figuraba como cabecera de nuestro partido, Arenales, cuyo Juez de Paz de Campaña era D. Manuel Martínez.
VINOS: Que se importaban y consumían en nuestro país: Málaga. Jeréz. Tenerife. Lácrima-Cristi. Madera. Madera Tinto. Moscatel del Cabo. Madera del Cabo. Malvasia de Madera. Lisboa. Rosellón. Borgoña. Burdeos. Champaña. Champaña espumoso. Fortiñan. Ermitaño blanco. Ermitaño tinto. Vino de pasas.Macón. Oporto. Valdepeñas. Rhin. Alicante.
MADERAS: Nogal. Roble. Fresno. Haya. Olmo. Pino. Castaño. Alamo.
CERCOS: La Sociedad Rural Argentina, publicó una serie de recomendaciones dirigidas a los propietarios de campo, relacionadas con los tipos de cercos más recomendables, destacándose «los foseados» con sus correspondientes medidas y otros detalles.
CAMPAÑA DEL DESIERTO: El Ministerio de Guerra y Marina, le solicita a la Sociedad Rural que «inquiera a los hacendados que han ofrecido auxiliar al gobierno en el proyecto de avanzar la línea de fronteras, cuales son los montos para esos auxilios que serán destinados a la expedición al Río Negro». Bien es sabido que innumerables estancieros de notable predicamento, aportaron importantes sumas de dinero para costear los gastos que demandó la «Conquista del Desierto», que una vez finalizada con una enorme mortandad de indígenas, recuperaron con creces esos dineros al quedarse con los territorios «conquistados».
Página de apetura del quinto volumen del año 1871.
Notable forma de escribir «Arjentina» en la mayoría de los encabezamientos interiores.