Escribe: Eduardo A. Volonté.-
El silencio de la fría madrugada tucumana del 24 de junio de 1976, se vio interrumpido por los gritos y patadas con que el grupo de tareas al mando del ex jefe del Departamento de Inteligencia de la policía tucumana, Roberto «El tuerto» Albornoz, irrumpió en el domicilio del abogado y dirigente radical Ángel Gerardo Pisarello.
Lamentablemente este episodio no era inusual en el Tucumán del gobernador de facto Antonio Domingo Bussi. Como tampoco lo era en el resto del país, donde reinaba la muerte impuesta por la dictadura cívico-militar instaurada el 24 de marzo de ese año.
Una semana después, el 2 de julio, Pisarello aparecía muerto en el parque Aguirre de la capital de Santiago del Estero, en calzoncillos- como fuera retirado de su casa-, atado con alambres, con signo de haber recibido una salvaje tortura que le resultara mortal.
Cuál había sido el “delito” que Pisarello pagó con su vida?
Ser fiel a sus convicciones radicales, a su compromiso con el pueblo, a haber ejercido
su profesión de abogado sin importarle el riesgo personal de hacerlo. Haber enfrentado al poder dictatorial solo con sus ideas y su palabra.
Correntino, nació en Salada el 23 de septiembre de 1916 (aunque fue anotado al otro día), de niño se trasladó a Resistencia, Chaco, donde su padre estableció una imprenta.
Allí, a la par de trabajar en la imprenta en la edición de un periódico radical, lo hizo como auxiliar de contaduría de la Municipalidad, para luego y a partir de su activa militancia en el radicalismo, desempeñarse en 1938 como Secretario del Concejo Deliberante.
Decidido a estudiar abogacía, intentó inscribirse en la Universidad de Córdoba primero y en la de Buenos Aires después, pero por ser primo de Gerardo Pisarello (luego reconocido escritor) que era miembro del Partido Comunista, no fue admitido.
Aceptado en la Universidad de Tucumán, allì cursó sus estudios, desarrollando a la par una activa militancia que lo llevó a integrar el Consejo Directivo de la facultad y en 1946 ser delegado de la Facultad de Derecho a la Federación Universitaria de Tucumán.
En 1947 junto a Celestino Gelsi y otros, conformó la Juventud Radical y al año siguiente, aún estudiante, fue electo senador provincial y en 1949 convencional constituyente para la reforma de la Constitución de la provincia.
En 1950 fue llevado a juicio polìtico y expulsado de la Cámara a la que volvió por el voto popular al año siguiente, en el que también obtuvo su título de abogado.
Bájese
El hecho de ser el único opositor junto a otros 29 senadores peronistas, no lo intimidó, y ha contado su hija que en los diarios de sesiones de la época suele verse la frase “doctor Pisarello bájese de la mesa porque no tiene la palabra”.
Con motivo de fuertes críticas al Presidente Perón en una publicación partidaria, fue acusado de desacato y sufrió en 1951, 19 días de detención, que solo sirvieron para forjar aún más sus convicciones.
Ocupó a lo largo de su vida diversos cargos partidarios, ejerciendo también la presidencia del radicalismo tucumano, y en ocasiones candidato a diputado y senador.
En 1965 el presidente Arturo Illia lo designó embajador extraordinario y ministro plenipotenciario en Tanzania, África.
Su accionar como abogado defensor de los derechos humanos, antes que le costase la vida, le significó recibir reiteradas amenazas y la explosión de dos bombas en su estudio, que era a la vez el domicilio familiar.
A la par de su vida política, ejerció desde 1955 la docencia Colegio Nacional Bartolomé Mitre de la capital tucumana, y formó su familiacon Aurora Pilar Prados con quien tuvo cuatro hijos, Aurora (Tatá), Silvia Inés, Ana María y Ángel Gerardo Pisarello (h).
Digamos al margen, que su hijo es en la actualidad el Vicealcalde de la ciudad de Barcelona, ya que en 2001 emigró a España.
El final
Ese 2 de julio, su cuerpo fue encontrado por periodistas del diario La Calle que habían ido al Parque Aguirre a trotar y que no lo reconocieron por las torturas recibidas, identificándolo por los panfletos desparramados en el sitio donde lo acusaban a Pisarello de “delincuente subversivo” y defensor de “terroristas”.
A sus amigos Félix Justiniano Mothe, Luis Lencina y Miguel del Sueldo que van a reconocer el cadáver, quieren hacerles firmar la entrega de “este hombre muerto por un paro cardio respiratorio”, cosa que se niegan a hacer a pesar de las presiones.
Como final de esta recordación, es oportuno reproducir un párrafo de una carta que su nieto, el periodista Sebastián Lorenzo Pisarello le dedicara en el 2017:
“…. Tu mejor herencia es que fuiste un hombre del pueblo, fundido en él; comprendías sus miserias, sus pesares, los dolores que lo aquejan. Pero también eras consciente de sus posibilidades. “El radicalismo necesita amamantarse en las expresiones vitales de lo que el pueblo puede dar y construir. Todo cuanto lo niegue es la antihistoria y nosotros siempre hemos presumido de ser la corriente histórica emancipadora y emancipante”, clamabas.”
El recuerdo de Ángel Gerardo Pisarello, “El flaco”, su ejemplo de militancia democrática, su lucha por los derechos humanos, no será olvidado.-