Con solo 14 años, se prepara para participar del Encuentro Internacional de Piano y Música de Cámara 2025, en Suiza. El 27 de junio dará un concierto con el objetivo de juntar fondos para el viaje.
Ana Paula Rodríguez Núñez tiene casi 14 años y una carrera que se expande en paralelo al trascurrir de la vida. Cuando habla, deja correr una alegría contagiosa, entre pausas y curvas melódicas que enlaza en cada expresión. Lo de la musicalidad es literal. Su papá, Diego, dice que ella “tiene muchas ideas en la cabeza”, sin encontrar muy bien las palabras. Serán notas, pentagramas, tonalidades, dinámicas. Lo cierto es que cuando Anita empezó a construir su mundo en un piano de cartón, toda la familia, con gusto, se acopló al andar de sus manos.
“Todo fue muy rápido”, resume Ana Paula en una charla con Diarios Bonaerenses, tratando de entender cómo fue que, en cinco años, o desde sus nueve, pasó de las teclas blancas y negras que se dibujó en una caja a estar armando las valijas para ir a dar conciertos y tomar clases en Suiza.
Los Rodríguez Núñez, allá por 2018 o 2019, pensaron en rearmarse en el sur, buscando una vida más tranquila lejos de Buenos Aires, y decidieron ir a vivir a El Calafate, ciudad que habían conocido en vacaciones y los cautivó. Instalados en la Patagonia, Anita y Fidel, su hermano menor, empezaron la escuela. Ella entró en un coro. Más que cantar en grupo o la nieve, la despertó otra cosa: un piano eléctrico chiquito. “Ahí me dieron muchísimas ganas de tocar el piano y, después, como estaba muy entusiasmada, ya acá en Buenos Aires les pedí a mi mamá y a mi papá que me compren un tecladito de cuatro octavas”, rememora. Y agrega entre risas: “Pero antes de que me compraran el piano tuve una idea, saqué una caja de cartón, hice las teclas del piano y ponía la televisión y me hacia la que tocaba, me divertía”.
La pandemia de Covid-19 hizo que toda la familia regresara a la localidad bonaerense de General Rodríguez. Y la incipiente inquietud de Ana Paula por la música dejó atrás los glaciares y la Cordillera. Ni bien puso los dedos en el primer teclado, empezó a sacar obras de oído, se entusiasmó con tutoriales que iba encontrando en Internet y, en poco tiempo, llegaron clases y talleres y el acercamiento al primer piano acústico, con las 88 teclas correspondientes y el rango de siete octavas. A los pocos meses Anita necesitó el piano propio para estudiar, porque aprendía a una velocidad poco frecuente. Y resultó un regalo o, tal vez, una conexión inexplicable. “Cuando toqué el piano, el vendedor, que se llama Lionel, se emocionó y me lo regaló”, cuenta, y revisa el recuerdo: “¡Era como un parque de diversiones ese lugar!”.
De General Rodríguez a Suiza
Este verano, Ana Paula participó del Encuentro de Piano (EPI) que se hace en Bariloche, junto a otros alumnos de su maestro, José Luis Juri. “En el Camping Musical la vio la pianista Edith Fischer, ella es chilena, pero vive en Suiza”, cuenta Diego, aún impactado por la velocidad en que ocurren las oportunidades en la vida de su hija. “La escuchó en una de las clases y decidió becar a Anita para que viaje a Suiza, algo que fue una sorpresa para nosotros, porque nunca pensamos que la podían convocar para un lugar así”, desliza. “Ana Paula tocó una sonata de Beethoven, solo el primer movimiento, y (Fischer) le preguntó si sabía la sonata completa… Anita la sabía apero la tenía toda en su cabeza, se animó, la tocó y ella quedó sorprendida”, describe.
A partir de ese momento, empezaron los planes, las preguntas. Lo cierto es que Ana Paula participará en agosto del Encuentro Internacional de Piano y Música de Cámara 2025 en Suiza, donde viajará acompañada de Noelia, su mamá. Con la beca que le otorgaron por intermedio de Fischer, tienen cubierta la estadía, pero hay muchos gastos que afrontar, entre pasajes aéreos y otros transportes para llegar al certamen. “Ya hay dos pasajes que los tienen cubiertos, van hasta Roma y está la posibilidad que pueda tocar en la Embajada Argentina; además, es verano y hay muchos festivales, al hacer semejante viaje hay que aprovecharlo”, explica Diego, que está encargado de armar el rompecabezas del itinerario que hay que costear en euros y francos suizos.
Mientras tanto, Anita se está preparando y está muy feliz, como repite, y los ojos se le achinan y le brillan los dientes. Con Juri, su maestro, armó el repertorio que, según ella, “es variado para entretener a la gente”. Pero antes, va a tocar en su pago chico, General Rodríguez, y el concierto se va a transmitir en simultáneo vía streaming por YouTube para juntar fondos para el viaje.

El próximo viernes 27 junio, Ana Paula Rodríguez Núñez se va a presentar en La Casona de Tres Pinos, en ruta 6 kilómetro 142, en la localidad bonaerense de General Rodríguez. Las entradas para asistir en forma presencial se pueden pedir al teléfono 11 26766773. Será un evento íntimo, con lunch, y el bono contribución cuesta $50.000. Quienes disfruten de la presentación a distancia por YouTube podrán colaborar con el viaje a través del alias ana.piano.ar, cuenta a nombre de Nunez, Noelia Belén, CUIL 27294697301.




Día de la Bandera en el canal Origamis
Con motivo del Día de la Bandera que se conmemora este viernes 20 de junio, Ana Paula hizo una participación muy especial en un ensamble de música popular junto a otros chicos y chicas, para el flamante canal de streaming Origamis.
El material que prepararon se puede ver en el canal de YouTube Somos Origamis. Eligieron un repertorio alusivo a la fecha pero muy original, con los siguientes temas: “Sube, sube, sube” (Víctor Heredia); “Que me pisen” (Sumo); “Pa’ la Selección” (La T y la M); y “Desafiando el destino” (María Becerra).
Además de Anita en el piano, el grupo está conformado por: Cami Zignego (bajo); Luca Mosna (batería); Milo Marotti (guitarra); Vitto Gesualdi (saxo); Juana Balegno y Machi Gulland (voces).

Si bien Ana Paula elige la música clásica académica, es una todoterreno, y mientras la convocatoria incluya un piano, ella se anima. La propuesta de Origamis tuvo, además, el desafío de la grabación y la puesta en escena. Según cuenta, “se divirtió mucho”, al igual que cuando se inspira y compone.
¿Qué espera Anita para el futuro? Obviamente, seguir tocando, en lo posible en salas de todo el mundo. Y por qué no, que sus obras, sean la puerta de entrada para que otros chicos, al toparse con un piano, por chiquito que sea, se sientan invitados al banquete, con teclas de verdad o de cartón, pero siempre con la chispa inédita del entusiasmo que la imaginación enciende en la infancia. (DIB) ACR