158 a 67

Escribe. Eduardo A. Volonté

“El Excmo. Cabildo convoca a V. para que se sirva asistir precisamente mañana 22 del corriente a las 9 sin etiqueta alguna y en calidad de vecino al Cabildo abierto que con la anuencia del Excmo. Sr. Virrey ha acordado celebrar, debiendo manifestar esta esquela a las Tropas que guarnezcan las avenidas de esta Plaza, para que se le permita pasar libremente”.

Así rezaba el texto de la esquela que el 21 de mayo de 1810 recibieran algunos de los integrantes de la “parte más sana y principal” de la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, cuya población total rondaba las 45.000 almas.

De las 600 esquelas impresas en la Real Imprenta de Niños Expósitos, solo se repartieron 450.

Brevemente digamos que aquella convocatoria respondía a la estrategia del alcalde Lezica, en un intento último de mantener en sus funciones al Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros.

Según lo relata Roberto Marfany -un estudioso de aquellas jornadas de Mayo- esa intencionalidad fue contrarrestada “por acción de violencia en la Plaza que dominó el recinto. Introdujeron en el cabildo a sus partidarios aún sin invitación formal; impidieron la entrada a muchos españoles amenazándolos con pistolas y sables, y obligaron a otros a abandonar el recinto antes de haber emitido su voto”.

La circunstancia que las esquelas se adornaban en su parte superior con doble hilera de flor de lis, y algunas de ellas poseen la primera flor del extremo izquierdo horizontal, mientas en las demás se encuentra vertical, dio motivo a diversas especulaciones -mayoritariamente descartadas al considerarlo solo un error de imprenta- sobre la posibilidad de la existencia de esquelas “truchas” distribuidas por los revolucionarios.

Por demás conocidos y recordados los acontecimientos de aquella tumultuosa semana de Mayo y sus consecuencias, hagamos un repaso “de color” sobre la composición y el voto de quienes participaron de aquel Cabildo abierto del día 22.

De las 450 esquelas repartidas solo se hicieron presentes 251 (el 55,7 %). Hay coincidencia que la mayoría de los 199 ausentes respondían a partidarios del Virrey.

Para albergar a la concurrencia, se trasladaron al Cabildo bancos de la Catedral y las iglesias de Santo Domingo, San Francisco y La Merced.

Intuyendo lo extenso de la jornada, se compró chocolate y vino generoso para convidar a los asistentes y una buena provisión de velas para alumbrar la sala y pasillos del Cabildo.

Quienes eran 

El citado Marfany ha agrupado por su profesión a los 251 asistentes, quedando así conformada la lista de presentes:

7 Miembros y funcionarios de la Real Audiencia; 4 Miembros y funcionarios del Real Consulado; 16 Funcionarios públicos; 27 Eclesiásticos; 58 Militares; 4 marinos; 13 Alcaldes de barrio; 2 Alcaldes de la Hermandad; 17 Abogados; 4 Médicos; 3 Escribanos; 1 Licenciado; 59 Comerciantes; 21 Simples Vecinos; 15 Sin profesión.

A lo largo de todo el día, los numerosos oradores fueron exponiendo sus posturas no exentas de pasión, lo que iba paulatinamente caldeando el ambiente y los ánimos de los presentes.

El Obispo Benito Lué y Riega y el Fiscal de la Real Audiencia Manuel Villota fueron las voces principales del apoyo a la continuidad del Virrey; por su parte los abogados Juan José Castelli y Juan José Paso, el marino Pascual Ruiz Huidobro y el Jefe del Cuerpo de Patricios Cornelio Saavedra -entre otros- llevaron adelante la réplica y defensa de las ideas autonomistas.

A votar señores 

Luego de un debate sobre cuál sería la forma de votación y la fórmula a utilizar, se optó por el voto público.

Lo avanzado de la hora, ya de madrugada, hizo dejar para el día 23 el escrutinio de la votación.

Realizado este, arrojó el siguiente resultado:

Por el cese del Virrey: 158 (el 63%); por la continuidad 67 (26,6%); no votaron 26 (10,3%)

Hay que aclarar que dentro de esos 158 votos, no todos pensaban lo mismo sobre como debían seguir los acontecimientos.

El resto de la historia es también conocido y desemboca en el 25 de Mayo.

El Acta labrada ese día así relata el final de los acontecimientos: “…en este estado ocurrieron otras novedades: algunos individuos del pueblo, a nombre de éste, se personaron en la sala exponiendo que para su quietud y tranquilidad… había el pue­blo reasumido la autoridad que depositó en el excelentísimo Cabildo, y no quería existiese la junta nombrada, sino que se procediese a constituir otra eligiendo para presidente vocal y comandante general de armas al señor don Cornelia Saavedra, para vocales a los señores don Juan José Castelli, licenciado don Manuel Belgrano, don Miguel de Azcuénaga, doctor don Ma­nuel Alberti, don Domingo Mathieu y don Juan de Larrea, y pa­ra secretarios a los doctores Juan José Paso y don Mariano Moreno”.

Tal cual lo proclamara luego nuestra canción patria, había “nacido a la faz de la tierra, una nueva y gloriosa nación”.

Dudas finales 

Dijimos en algún tramo de estas líneas, que las mismas serían “de color”, vayan entonces para terminar, dos dudas sobre dos participantes de aquella votación:

El Diego de la Vega, Contador Mayor Decano del Tribunal de Cuentas, que votara en cuarto lugar en apoyo al Virrey, ¿será el mismo que una década después en la California española asumiría la doble personalidad de El Zorro?

El votante 102, el comerciante José Martínez de Hoz, que también voto por el Virrey ¿será antepasado de su homónimo que como Ministro de Economía de la dictadura cívico-militar de 1976 destrozara la economía nacional?.