1.500 kilómetros en bicicleta y sin dormir…Parece cuento…

Escribe: Abel G. Bruno

El domingo 9 de diciembre de la semana en curso, se cumplirán 25 años de la realización del evento ciclístico denominado “Seguimos dando nuestro corazón al Discapacitado”, que sobre 1.500 kilómetros sin dormir cumplimenté en esa fecha del año 1993, recorriendo las avenidas Dr. Pedro Solanet, José Zoilo Miguens, Cristóbal Colón y un tramo de la ruta provincial Nº 50. ¡25 años ya!, me dijo alguien que estuvo constantemente a mi lado en esa “patoruzada”. En efecto, ese récord nacional (ignoro si tendrá proyecciones internacionales, porque nunca las busqué) parece cuento, ahora que con 75 años de vida a cuestas me doy a recordarlo porque de casualidad y a través de la colección de LA VERDAD del año 1993, me reencontré con los artículos correspondientes.
Me encaran en tropeles los recuerdos de ese evento, y no sé porqué inconclusa sugestión me irreales. Los iré ordenando. Al fin y al cabo, ha pasado solo un soplo desde entonces…
Año 1990: Ayacucho-Puerto Iguazú
Concretado el primero de los grandes viajes ciclísticos que realizamos con Héctor Martínez (debido a su iniciativa), compartiendo un sinnúmero de extraordinarias experiencias que se aprovecharon en los eventos posteriores, es dable recordar las ciudades que unimos a través de los clubes rotarios: San Miguel del Monte, Zárate, Concepción del Uruguay, Chajarí, Yapeyú, Las Marías (Virasoro), Jardín América, El Dorado y Puerto Iguazú. Fue en el mes de febrero del año 1990. Han transcurrido nada más que 28 años…
Año 1991: “48 Horas de Fe y Esperanza”
Entusiasmados con semejante aventura deportiva, durante los días viernes 18, sábado 19 y domingo 20 de octubre del año 1991, llevamos a cabo las “48 Horas de Fe y Esperanza” a beneficio de Apidda y Lalcec. En esa ocasión nos acompañó un grupo de amigos extraordinarios a la hora de compartir y querer dar una mano a ambas instituciones. Se vendieron más de 10.000 bonos (había que acertar los kilómetros que íbamos a recorrer). Partimos a la hora 15 desde la explanada municipal hacia Rauch. Después pasamos por Saladillo, General Alvear, Chacarí, Azul y nuevamente Rauch. Después de un paréntesis para reparar bicicletas, curar alguna herida y efectuar el recambio de acompañantes, partimos hacia Las Armas, Maipú, regresamos a Ayacucho, fuimos hasta el paraje “San Alberto” (Balcarce), y pedaleamos en el triángulo de las rutas provinciales 50, 29 y 74 esperando la hora 16. Recorrimos 909 kilómetros a un promedio de 18,900 kms. /hora. Con respecto al grupo de personas que colaboraron con nosotros, fueron tantas que intentar nombrarlas equivaldría a cometer algún involuntario olvido.
Año 1992: Las Marías-Ayacucho sin dormir
Después de diversas gestiones en las que gravitó decididamente el Dr. Santos Platini, la reconocida firma comercial de Corrientes, “Las Marías”, ubicada a escasos kilómetros de la ciudad de Gobernador Virasoro, decidió apoyar económicamente nuestra tercera “locura”, como la calificó el inolvidable don José Belarra. Decidimos unir esa ciudad correntina con Ayacucho, sin dormir. Para tal fin, se conformó un grupo integrado por Mario Bertoli (jefe de equipo), Aldo Bertoli, Jacinto Barraza (chofer), Omar Muñoz, Mario Díaz (técnico), Pedro Aleva, Mauro Loscalzo (técnico), Carlos Figueroa, Oscar Córdoba (masajista) y los camarógrafos Eduardo Borelli y Gastón Bolajuzòn. Viajamos en dos automóviles y un vehículo municipal que llevaba toda la logística necesaria. Después de pernoctar en Gobernador Virasoro, y recorrer las instalaciones de “Las Marías” (yerba “Unión” y yerba y té “Taraguì”), el viernes 18 de marzo de 1992 y a la hora 6, partimos desde el frente del hotel. Después de soportar temperaturas que rondaban los 44 grados, en horas del crepúsculo y al arribar a las cercanías de Federación, comenzó a llover copiosamente. Al torrente que venía de arriba, se unía el que nos arrojaban los transportes pesados en ese permanente acercamiento. Después de aproximadamente seis horas de castigo, la lluvia cesó cuando pedaleábamos frente a Concepción del Uruguay. Recuerdo que en las proximidades del primero de los puentes del Complejo “Zárate-Brazo Largo”, me acerqué al automóvil que conducía Mario Bertoli, y le dije: “a este promedio, para mañana domingo a la mañana estamos en Ayacucho”. Como respuesta recibí un merecido «reto» y una recomendación. Mario, como director de equipo, me explicó que no se trataba de llegar antes, sino en el momento adecuado; que debíamos regular fuerzas para que nosotros, los que pedaleábamos, como el resto de los muchachos llegase al final en las mejores condiciones posibles. Me sentía tan bien física y anímicamente, que pensé de manera un tanto egoísta. Quería establecer un récord, pero ese no era el motivo del evento. Arribamos a Ayacucho (“Más Palomas”, frente a la actual Casa de la Cultura) el domingo 20 y en torno a la hora 19. 30. Un gentío impresionante nos tributó un recibimiento sorprendente. El evento se denominó “Por la Amistad y Solidaridad”. Se vendió un bono colaboración a beneficio de Caritas, Vicentinos, Solidaridad Social y Asociación Remedios de Escalada. Habíamos pedaleado durante 61 horas, 31 minutos y 41 segundos sin dormir, recorriendo 909 kilómetros.
En procura de los 1.500 kilómetros
A los pocos días y ya repuesto de semejante trajin, comencé a analizar la posibilidad de batir el récord de los mil kilómetros de distancia sin dormir durante 48 horas, que estaba en manos de un ciclista colombiano. Analicé esa posibilidad en solitario, puesto que si la compartía con familiares y amigos corría el riesgo de vestir un chaleco de fuerza. Al poco tiempo había arribado a una conclusión y me aferré a ella de tal manera que nada ni nadie pudo hacerme cambiar de parecer. Pero hasta aquí llegamos por ahora. En un próximo capítulo les sigo contando.
(Continuará)

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